El fútbol no discrimina al momento de ocurrir algo triste, en especial cuando esto se relaciona con nuestro ídolos o personajes muy importantes para el balompíe moderno. La semana pasada, el mítico centrocampista inglés Frank Lampard anunció su retiro, después de convertirse en todo un icono en Londrés, ciudad donde vivió sus mejores años con el Chelsea, conquistando la «orejona» al derrotar al Bayern Münich en su propio campo.
Su técnica lo convirtió en uno de los mejores mediocampistas, conjugado con su inteligencia de juego y buena lectura de partido, Frank tenía eso que le diferenciaba de los demás jugadores.
El junto a Steven Gerard formó un mediocampo brutal en la Selección de Inglaterra, que a pesar de no conseguir titulo alguno, fue lo más rescatable del «equipo de la rosa» en torneos internacionales.
Por si fuera poco «Frankie» comandó las primeras Premier League con el Chelsea (equipo que pagó 11 millones por sus servicios), haciéndose un socio del romperredes marfileño Didier Drogba. Sus pases milimetricos y creación de juego lo convirtieron como el favorito de la afición, eligiéndolo como el mejor jugador del club en tres temporadas distintas (2004, 2005 y 2009).
Lo único que depara en el futuro de Frank, es su legado, su mito y su estadía con los inmortales del fútbol, algo que nadie olvidará, porque probablemente vimos a uno de los mejores centrocampistas de la historia, alguien que no tiene nada que envidiarle al juego de Michel Platini o al control de partido de Xavi Hernández, un tipo que era un francotirador con su botín y podía tener una faceta goleadora, alguien que luchó contra los escándalos para luego ser considerado un mito en Londrés. Ese era Frank Lampard, un verdadero icono…